viernes, 25 de noviembre de 2011

Coherente contigo mismo.

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¿Qué tal si cuando no quieres, simplemente dices que no;
cuando te haces daño, lo dejas;
cuando necesitas pedir, lo pides;
cuando quieres dar, lo das; y cuando quieres llorar o gritar, lo dejas salir?
¿Qué tal si te quedas aquí y ahora, lo único real, donde hay tanto
que no requiere ni del pasado ni del futuro?
¿Qué tal si te das a tu esencia y te dejas ser verdadero?

Dr. Claudio Casas.

martes, 22 de noviembre de 2011

Las huellas del camino.

No importa cuántas veces hayamos errado el camino, no importa en cuantas ocasiones hayamos besado el polvo del camino. Nunca es tarde para levantarse, para admitir que me equivoqué o para admitir que estoy en el lugar adecuado aunque los demás crean que me equivoco. Porque al contrario de lo que dice el dicho popular, quien bien te quiere no te hace sufrir, quien bien te quiere te hace superar las dificultades, te guía cuando la sombra acecha, se convierte en el faro del puerto seguro y en la boya esquiva que salva de la tempestad.
No importa cuán alejados estén de nosotros nuestros compañeros de camino. En esto, como en tantas otras cosas, las emociones son el mejor termómetro para tomar las decisiones correctas, si sabemos entenderlas. Todos tenemos la experiencia de personas que nos ayudan a enderezar nuestros pasos, aunque no siempre entendamos la forma en que lo hacen, todos tenemos personas a nuestro alrededor que de una manera u otra, nos hacen sentirnos nosotros mismos, todos sabemos quién nos acerca a sueños que jamás creímos ver cumplidos y quién, con sus críticas o sus falsos halagos, nos separan irremediablemente de esa maravillosa versión de nosotros mismos que somos capaces de alcanzar.


 
Hay una famosa historia de la tradición cristiana que ilustra lo que quiero expresar:
 "Un día, charlaba Jesús con Agustín (antes de que se convirtiera en santo, el chico era un pieza de cuidado) y ambos veían en retrospectiva la vida de Agustín. Jesús le indicaba las huellas de una playa al tiempo que comentaba: ¿Ves, Agustín, como siempre he estado a tu lado? Y Agustín, conmovido, vio los dos pares de huellas claramente marcados en la arena. Entonces, señalando otros tramos, replicó: Mira todos esos momentos, los más difíciles de mi vida, precisamente donde tus huellas desaparecen.
Cuentan que Jesús lo miró con ternura infinita, posó la mano en su hombro, afectuoso y sonriendo dijo: Ah…esos momentos…precisamente es cuando te llevaba en brazos."

Más allá de cuestiones religiosas, esta historia me ha conmovido siempre porque por suerte, he contado con muchas personas que han sido capaces de tomarme en sus brazos cuando parecía que me quedaba sin fuerzas para caminar. Es curioso cómo, cuando miramos hacia atrás, podemos comprobar que hay personas que desaparecen, personas que nos ayudan, personas que incluso nos hacen cambiar de vida…Pero también hay algunas, muy pocas, que más allá de las desapariciones y los cambios, han sabido respetar nuestras decisiones para estar siempre ahí o incluso para ayudarnos, por un rato, a sobrellevar nuestro paseo. Son estas personas, únicamente, las que nos ayudan a crecer, aunque a veces, simplemente, no sepamos verlo. Son las personas que nos han enseñado el significado de eso que llamamos: AMOR.
Gràcies.

martes, 8 de noviembre de 2011

Vamos por el mundo atados.

Hoy quiero compartir un cuento:
Cuando yo era pequeño me encantaban los ciercos. También a mí como a otros, después me enteré, me llamaba la atención el elefante.
Durante la función, la enorme bestia hacía despliegue de su peso, tamaño y fuerza descomunal, pero después de su actuación y hasta un rato antes de volver al escenario, el elefante quedaba sujeto solamente por una cadena que aprisionaba una de sus patas a una pequeña estaca clavada en el suelo.
Sin embargo, la estaca era sólo un minúsculo pedazo de madera apenas enterrado unos centímetros en la tierra. Y aunque la cadena era gruesa y poderosa me parecía obvio que ese animal capaz de arrancar un árbol de cuajo con su propia fuerza, podría, con facilidad, arrancar la estaca y huir.
El misterio es evidente: ¿Qué lo mantiene entonces?. ¿Por qué no huye?
Cuando tenía cinco o seis años, yo todavía confiaba en la sabiduría de los grandes. Pregunté entonces a algún maestro, a algún padre, o a algún tío por el misterio del elefante. Alguno de ellos me explicó que el elefante no se escapa porque estaba amaestrado.
Hice entonces la pregunta obvia: “Si está amaestrado ¿por qué lo encadenan?”
No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente.
Con el tiempo me olvidé del misterio del elefante y la estaca… y sólo lo recordaba cuando me encontraba con otros que también se habían hecho la misma pregunta.
Hace algunos años descubrí que por suerte para mí alguien había sido lo bastante sabio como para encontrar la respuesta:
El elefante del circo no escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde que era muy, muy pequeño.
Cerré los ojos y me imaginé al pequeño recién nacido sujeto a la estaca.
Estoy seguro de que en aquel momento el elefantito empujó, tiró y sudó tratando de soltarse. Y a pesar de todo su esfuerzo no pudo. La estaca era ciertamente muy fuerte para él.
Juraría que se durmió agotado y que al día siguiente volvió a probar, y también al otro y al que le seguía…
Hasta que un día, un terrible día para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a sus destino.
Este elefante enorme y poderoso, que vemos en el circo, no escapa porque cree –pobre– que NO PUEDE.
Él tiene registro y recuerdo de su impotencia, de aquella impotencia que sintió poco después de nacer.
Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese registro.
Jamás… jamás… intentó poner a prueba su fuerza otra vez…
Vamos por el mundo atados a cientos de estacas que nos restan libertad… condicionados por el recuerdo de «no puedo»… Tu única manera de saber, es intentar de nuevo poniendo en el intento todo tu corazón…
J. Bucay
 

sábado, 5 de noviembre de 2011

Vacaciones mentales

Pasar las vacaciones en un sitio paradisiaco no impide que el cerebro se fugue a septiembre y adelante la vuelta al trabajo. Para remediarlo, lo mejor es viajar a través de uno mismo en lugar de confiar en que la mente se relaje por el mero hecho de desplazarse a otro punto.
Investigaciones recientes, como las realizadas por Alex Pentland, director académico del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) de Boston (EE.UU.), arrojan la escalofriante conclusión de que el cerebro humano se inclina en un 80% de los casos por decisiones rutinarias con tal de gastar el mínimo de energía posible. Es decir, los seres humanos acostumbran a ser tan repetitivos y predecibles que rehúsan actuar sin guión y pautan el tiempo libre como si fuera un día laboral.

“Una aproximación a las vacaciones mentales podría consistir en romper algunos patrones automáticos de pensamiento para conectar con lo más profundo de uno mismo y conseguir que afloren cosas nuevas con las que ampliar el mapa mental”.
“En la práctica, viajar a través de uno mismo da mejor resultado que desplazarse físicamente a otro lugar”.

“Vacaciones mentales consisten en dejar de pensar exclusivamente con el cerebro y escuchar también al corazón”.

“Para que la mente logre descansar es preciso poner los cinco sentidos en el momento en el que se vive (es decir, en cada minuto de las vacaciones), de modo que todos los interrogantes sobre cosas que se han hecho en el pasado o que pueden llegar a suceder en el futuro no tomen forma”.
“El inconsciente es un inquilino sabihondo que se aloja en la mente, que reclama su lugar y que, en la medida en que desciframos su saber, nos puede proporcionar vacaciones mentales en cualquier época del año”. La cuestión puede que no sea tanto pedir la Luna (o viajar a Marte) como aprovechar las vacaciones para descubrir que hay otros mundos posibles, mucho más cercanos de lo que parece.

Tres billetes de ida para que el cerebro viaje:1- “Un primer paso para tener vacaciones mentales es levantarse por la mañana y desconocer de qué modo transcurrirá el día. O lo que es lo mismo, fluir en la dirección que marque el corazón, haciendo lo que apetezca en cada momento”, aconseja Mertxe Pasamontes, coach y especialista en inteligencia emocional.

2-“Poner los cinco sentidos en un hobby contribuye a apartar de la mente cualquier otro tipo de pensamiento. En ese sentido, la clave no reside tanto en lo que se hace, sino en la actitud con la que se lleva a cabo”, sugiere el filósofo Jordi Pigem.

3-“Atreverse a realizar cualquier actividad que inspire algún tipo de resistencia, sea cantar en un karaoke o cualquier cosa que contribuya a superarse, hace sentirse muy vivo, además de segregar endorfinas”, aconseja la psicóloga Araceli Medrano.

http://magazine.lavanguardia.com/salud/psicologia/reportaje

jueves, 3 de noviembre de 2011

Lo último que se pierde

La esperanza es una hermosa respuesta
a muchos interrogantes difíciles.
La esperanza sólo pide que creas en ella.
La esperanza es mantener en alto el ánimo
 hasta que la ayuda llegue.
La esperanza es un lugar callado y personal
donde siempre puedes encontrar refugio.
La esperanza es la cálida y bienvenida convicción
de que las posibilidades maravillosas existen.
Basta saber que cuando lo único que te queda es la esperanza
 todavía es mucho lo que tienes.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

NADIE ALCANZA LA META CON UN SOLO INTENTO


Nadie alcanza la meta con un solo intento,
ni perfecciona la vida con una sola rectificación,
ni alcanza altura con un solo vuelo.
Nadie camina por la vida sin haber pisado en falso muchas veces.
Nadie recoge cosechas sin enterrar muchas semillas y abonar mucha tierra.
Nadie mira la vida sin acobardarse en muchas ocasiones,
ni se mete en un barco sin temerle a la tempestad,
ni llega al puerto sin remar miles de veces.
Nadie siente el amor sin probar sus lágrimas,
ni recoge rosas sin sentir sus espinas.
Nadie hace obras sin poner un ladrillo sobre otro,
ni cultiva la amistad sin renunciar a sí mismo.
Nadie llega a la otra orilla sin haber construido un puente para cruzar.
Nadie puede juzgar sin conocer primero su propia debilidad.
Nadie reconoce la oportunidad hasta que esta pasa por su lado y la deja ir.
Nadie puede intercambiar un apretón
de manos con el puño cerrado.
Nadie puede vivir sin cambiar,  sin ver cosas nuevas, experimentar otras sensaciones y tener la capacidad de corregir sus errores.