miércoles, 28 de diciembre de 2011

Historia de una lágrima

Ha llegado el día. Entre nerviosa y un poco aterrada, me asomé para ver el camino que tenía que recorrer. Sentí miedo por el gran vacío que se abría ante mí, pero no había vuelta atrás, sabía que tenía una responsabilidad muy grande cerniéndose sobre mi. Había escuchado muchas veces una frase de una canción de Luis Fonsi que para ella era muy importante, "para limpiar el alma hay que llorar", y no podía fallarle. Decidí ir resbalando poco a poco. Me aferré a su piel soñando con que su mano detuviese mi caída. Así fue, antes de llegar a su barbilla ella decidió rescatarme. Su dedo índice me recogió, pero no de forma brusca si no todo lo contrario, con una amabilidad encendida, como sí se alegrase de que yo estuviese allí. Soltó una risotada nerviosa mientras me miraba. Me quedé aturdida hasta que de pronto lo comprendí. Yo era una de esas lágrimas afortunadas que no nacen del dolor si no de la felicidad.
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario