martes, 22 de noviembre de 2011

Las huellas del camino.

No importa cuántas veces hayamos errado el camino, no importa en cuantas ocasiones hayamos besado el polvo del camino. Nunca es tarde para levantarse, para admitir que me equivoqué o para admitir que estoy en el lugar adecuado aunque los demás crean que me equivoco. Porque al contrario de lo que dice el dicho popular, quien bien te quiere no te hace sufrir, quien bien te quiere te hace superar las dificultades, te guía cuando la sombra acecha, se convierte en el faro del puerto seguro y en la boya esquiva que salva de la tempestad.
No importa cuán alejados estén de nosotros nuestros compañeros de camino. En esto, como en tantas otras cosas, las emociones son el mejor termómetro para tomar las decisiones correctas, si sabemos entenderlas. Todos tenemos la experiencia de personas que nos ayudan a enderezar nuestros pasos, aunque no siempre entendamos la forma en que lo hacen, todos tenemos personas a nuestro alrededor que de una manera u otra, nos hacen sentirnos nosotros mismos, todos sabemos quién nos acerca a sueños que jamás creímos ver cumplidos y quién, con sus críticas o sus falsos halagos, nos separan irremediablemente de esa maravillosa versión de nosotros mismos que somos capaces de alcanzar.


 
Hay una famosa historia de la tradición cristiana que ilustra lo que quiero expresar:
 "Un día, charlaba Jesús con Agustín (antes de que se convirtiera en santo, el chico era un pieza de cuidado) y ambos veían en retrospectiva la vida de Agustín. Jesús le indicaba las huellas de una playa al tiempo que comentaba: ¿Ves, Agustín, como siempre he estado a tu lado? Y Agustín, conmovido, vio los dos pares de huellas claramente marcados en la arena. Entonces, señalando otros tramos, replicó: Mira todos esos momentos, los más difíciles de mi vida, precisamente donde tus huellas desaparecen.
Cuentan que Jesús lo miró con ternura infinita, posó la mano en su hombro, afectuoso y sonriendo dijo: Ah…esos momentos…precisamente es cuando te llevaba en brazos."

Más allá de cuestiones religiosas, esta historia me ha conmovido siempre porque por suerte, he contado con muchas personas que han sido capaces de tomarme en sus brazos cuando parecía que me quedaba sin fuerzas para caminar. Es curioso cómo, cuando miramos hacia atrás, podemos comprobar que hay personas que desaparecen, personas que nos ayudan, personas que incluso nos hacen cambiar de vida…Pero también hay algunas, muy pocas, que más allá de las desapariciones y los cambios, han sabido respetar nuestras decisiones para estar siempre ahí o incluso para ayudarnos, por un rato, a sobrellevar nuestro paseo. Son estas personas, únicamente, las que nos ayudan a crecer, aunque a veces, simplemente, no sepamos verlo. Son las personas que nos han enseñado el significado de eso que llamamos: AMOR.
Gràcies.

1 comentario:

  1. La vida es como un viaje en autobús. Algunos comienzan el trayecto junto a ti; otros, se montan a la mitad; muchos, se bajan antes de que llegues al final de tu parada, y muy pocos, permanecen junto a tí hasta el final. Pero cada una de esas personas deja algo en tu corazón que se recuerda a lo largo de este hermoso viaje de la vida.

    ¡Baja las ventanas y disfruta el viaje! ¡No sabes cuándo llegarás a tu parada!

    ¡GRACIAS por haberme acompañado en algún momento, durante el viaje de mi vida!

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